
Nunca pude imaginar que, yo, aquella niña de 4 ó 5 años que se sentaba en los pupitres de dos plazas de la escuela de la Colonia Iberia, llegase años más tarde a llevar las riendas de una de esas aulas y después a ser directora del centro.
Pero así fue. Llegué a estas escuelas de Patronato (régimen especial) como propietaria definitiva de la plaza en 1965, gracias a D. Eduardo Calderón, que creó una escuela unitaria más, reclamándome a la Dirección Provincial de Educación para desempeñar mi labor docente en la colonia, donde se desarrolló toda mi infancia, donde residía mi familia y donde, más tarde, formé yo la mía propia.