El mayor atractivo de La Colonia en los meses de verano era sin lugar a dudas, nuestras piscinas. Recibíamos visitas de nuestros familiares y amigos, que no dudaban en alargar su estancia el máximo posible. Ya hemos hablado muchas veces que no había en muchos kilómetros a la redonda un lugar donde pasar todo el día a remojo a un precio irrisorio.
Así, una de las familias, solía invitar en verano a unos amigos de Aranjuez que tenían dos hijas. Una de esas chicas, se ganó la simpatía de un grupo de amigos, que por aquel entonces rondaban los 13 o 14 años, disparando sus hormonas y consiguiendo ser el centro de atención durante todo el verano.