viernes, 29 de marzo de 2013

Esos maletillas de Castillejo



Debía ser el año 72 o 73. El autobús escolar que llevaba a Aranjuez a los alumnos de Castillejo les dejó muy temprano en la puerta de Instituto, faltaba un buen rato para entrar y para hacer tiempo, dos amigos decidieron ir a buscar a sus amigas de Aranjuez que vivían cerca de la plaza de toros.


Al llegar a la altura del cruce con la Calle Stuart, dos señores vestidos con traje, de los que hoy podrían comprarse en cualquier rastrillo de pueblo o barrio, parecidos a los Hernández y Fernández de los tebeos de Tintín, se acercan a los dos amigos y les dicen "A ver… documentación…", ¿documentación?, pero si yo tengo 13 años… y yo 14…, "acompañadnos"… oiga, que tenemos que entrar a clase, que hemos venido a por nuestras amigas para acompañarlas al instituto….


"Somos de la secreta" dijo el más alto, que llevaba una insignia del At. de Bilbao… esta noche, se han colado unos maletillas en la plaza y han estado toreando a escondidas a dos de los toros que van a participar esta tarde en la corrida.

Les llevaron junto a una de las puertas de la plaza y les hicieron marcar su huella de las zapatillas en una zona de barro…. "igualitas", dijo el más alto… "hombre, son iguales, pero las de estos chavales son mucho más pequeñas….." dijo su compañero.

Mientras tanto, las dos amigas ya estaban llegando a su altura, les miraron con cara de sorpresa mientras seguían su camino hacia el instituto… ni se pararon… como si no les conocieran…

"Son igualitas"…. insistía el secreta más alto… parece ser que los maletillas habían dejado sus huellas por todas partes…

Los dos amigos ni se atrevieron a defenderse, estaban acongojados, no lo podían creer, les habían confundido con dos maletillas, además estaba claro que las huellas eran parecidas… todo el mundo utilizaba las zapatillas Tortola, las deportivas del obrero… las adidas y puma y esas otras eran inaccesibles para ellos…

El secreta que interpretaba el papel de poli bueno, convenció al de la insignia del Bilbao y después de un tira y afloja, les dijo "os podéis ir, pero no queremos volver a veros por aquí"…

Los amigos, que estaban petrificados, como pudieron, salieron escopetaos hacia el instituto… y claro, llegaron tarde, tuvieron que esperar en el pasillo a la segunda hora para entrar.

Después, en el recreo, cuando pidieron explicaciones a las chicas sobre el por qué de no pararse con ellos, les dijeron que pensaban que eran sus padres...

Hernández y Fernández se habían lucido y los dos amigos tardaron unos meses en volver a pasar por allí.

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